La pirámide alimenticia lleva siendo durante siglos la referencia más usada por el mundo de la nutrición para determinar la cantidad ideal de determinados alimentos dentro de una dieta saludable.

Dentro de esta pirámide se recomienda un consumo abundante de proteínas animales, verduras, hidratos de carbono y un consumo menor de grasas y azúcares. Esta pirámide nunca fue definida más allá, la podemos encontrar aun en bolsas de alimentos ultra procesados como las patatas fritas o algunas chucherías.

La idea era crear una infografía que la población pudiese utilizar para tomar referencias en cuanto a las cantidades de determinados alimentos que debían ingerir. A raíz de esta idea de cantidades y teniendo en cuenta que en la pirámide alimenticia no se visionaban las cantidades si no los alimentos en sí, varios investigadores estadounidenses pusieron en marcha un proyecto que desembocaría en lo que hoy conocemos como el plato saludable o el plato Harvard.

 

¿Qué es el plato Harvard?

 

El plato Harvard fue un elemento rompedor a comparar con esta pirámide alimenticia, la Escuela de Salud Pública de Harvard elaboró esta teoría en base a los alimentos saludables que existen en las dietas normales de la persona y formularon las cantidades necesarias en cada plato de comida, para las tres grandes comidas al día que se debían hacer.

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Las tres principales fuentes de energía como ya todos conocemos son las grasas, los hidratos de carbono y las proteínas, la pregunta es ¿en cuánta cantidad deben de abundar estas fuentes de energía para cada plato? El plato Harvard contesta a esta cuestión.

En primer lugar, este diagrama se divide entre los principales grupos de alimentos, es decir: aceites saludables, vegetales, granos integrales, proteínas saludables y frutas. El grupo menos abundante en el plato debe ser el de los aceites saludables dadas las altas cantidades en grasas que pueden llegar a tener.

Las frutas son el siguiente grupo de alimentos que se muestra en el pato con una recomendación de hasta 5 piezas al día, ricas en fructosa, vitaminas y minerales conforman una parte esencial para una dieta equilibrada que además logra saciar la necesidad de comer azúcar y que no sea en forma de bollería u otros productos.

En tercer lugar, encontramos la presencia de proteínas saludables, provenientes de origen animal o vegetal. Su cantidad queda limitada a la necesidad diaria de este nutriente que debe de quedar medido a las cantidades que nuestros órganos pueden descomponer de la misma, un consumo excesivo de proteína puede resultar en un aumento de la creatinina que indica que el filtrado de la proteína en los riñones no se está llevando a cabo de la manera correcta.

Siguiente encontramos los granos integrales, ricos en hidratos de carbono y fibra, muy útiles para la salud digestiva y para la asimilación de energía. Aquellas personas que no puedan consumir gluten pueden encontrar derivados de estos productos libres de trigo que no van a dañar su salud intestinal y que también pueden ser usados en las mismas cantidades.

Por último, encontramos los vegetales, el grupo más abundante del plato Harvard por diferentes razones, ricos, al igual que las frutas en vitaminas y minerales, son muy poco calóricos, pero a la vez saciantes por lo que logran satisfacer nuestras necesidades alimentarias sin elevar demasiado la ingesta diaria de calorías en nuestro organismo.

En resumen, el plato Harvard es una representación diaria de los componentes esenciales en cualquier dieta que vaya a asegurar todos los grupos alimentarios que necesita una persona para mantener un estado de vida saludable. La composición de este plato queda marcada por las necesidades nutricionales diarias y siempre tratan de balancear todo aquello que es bueno para el cuerpo con lo que necesitamos, fue desarrollado por varios investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard como alternativa a la convencional pirámide nutricional.