El caldo de huesos es quizás una de las recetas más prehistóricas que mantenemos hoy en día. Ya desde la era del paleolítico, se consumía esta sopa. Durante esta época se encuentra el nacimiento de la caza, la pesca y la recolección. En la caza, no solo se aprovechaba la carne del animal si no que se usaba la piel como abrigo y los huesos como sustento añadido.

Por entonces el caldo de huesos se preparaba de manera menos sofisticada que hoy, los huesos se hervían hasta reblandecerse y su interior quedaba expuesto o bien por el proceso de reblandecimiento o partiéndolos después y sacando también el interior de estos.

 

El caldo de huesos en las dietas actuales 

Hoy las dietas naturales están muy de moda, sobre todo las que usan productos 100% naturales y biológicos. En el caso del caldo de huesos, antes de saber cómo se prepara se debe de entender qué tipo de beneficios tiene para nuestra salud.

En primer lugar, el caldo de huesos es rico en colágeno. El colágeno es una proteína del tejido conjuntivo que está en los cartílagos y en los huesos que, al cocerse, se convierte en una masa gelatinosa.

El caldo de huesos por ser rico en colágeno, ya que su ingrediente principal son los huesos tiene todas las propiedades de este, aunque dentro del mismo caldo se pueden incluir todo tipo de verduras como la zanahoria que es rica en luteína y ayuda con la salud ocular o el jengibre incluso que es un potente antiinflamatorio y antioxidante. Por tanto, centrándonos en el ingrediente principal, el caldo de huesos ayuda a mantener la flexibilidad de las articulaciones, teniendo en cuenta que el colágeno mejora la flexibilidad y el uso de estas.

También es un alimento rico en vitaminas y aminoácidos, lo que favorece el nivel de rendimiento de nuestro organismo y lo protege frente a patógenos externos. Es un aliado de nuestra salud ósea, ya que el colágeno añadido se adhiere a nuestros huesos y mejora su calidad y rendimiento que, con el tiempo, el uso y la edad se deterioran.

Uno de los motivos por los que muchas dietas de belleza incluyen el caldo de huesos y en especial, el colágeno es por su efecto en nuestra piel. El colágeno es una proteína que encontramos en nuestras articulaciones y que, aparte de ser rico en vitaminas y minerales, también ayuda a mantener la piel radiante, ya que la hidrata en sus capas más profundas donde puede nutrirse y conservar su fuerza. El colágeno se pierde con la edad, por eso la mayoría de los tratamientos rejuvenecedores incluyen colágeno, ya que este componente es esencial para darle la vitalidad que el tiempo le quita al organismo. Hay que consumirlo de forma externa a través de huesos de ternera u pollo para obtenerlo de manera natural en nuestra alimentación.

 

Otros usos del caldo de huesos 

Otro de los grandes usos que ha tenido este alimento nos remonta a la Antigua Grecia, durante este periodo de ilustración, política, económica y literaria surgieron muchos avances para el mundo de la nutrición también y dentro de ellos el uso del caldo de huesos para tratar problemas intestinales.

En este caso, el colágeno y las vitaminas y minerales que forman parte de los huesos hierven durante casi 24 horas generan y líquido que ayuda a restablecer la flora intestinal, tras estar enfermos o al contraer bacterias, nuestro sistema digestivo queda expuesto a patógenos externos y el caldo de huesos es un potente aliado para la protección del organismo.

A modo de resumen, el caldo de huesos es una receta ancestral que se basa en hervir, junto con verduras normalmente huesos de pollo y/o ternera durante casi 24 horas. Después de este tiempo, nos encontramos con un caldo rico en colágeno que a su vez cuenta con beneficios como salud intestinal, piel radiante, efectos antiinflamatorios y antioxidantes de la misma forma que este caldo mejora la salud articular y es un complemento perfecto de la dieta para restablecer las cantidades de colágeno que se van perdiendo en el organismo con el paso del tiempo. En Clínicas Cres somos expertos en nutrición ¡Contáctanos!